La Compañía de las Hijas de la Caridad
de San Vicente de Paúl1 (en latín: Societas Filiarum Caritatis a Sancte
Vincentio de Paulo) es una sociedad de vida apostólica femenina de derecho
pontificio, fundada el 29 de noviembre de 1633, por Vicente de Paúl y Luisa de
Marillac con el fin de dedicarse al servicio corporal y espiritual de los
pobres enfermos. Las mujeres miembros de esta sociedad son conocidas como hijas
de la Caridad, hermanas paúles, vicentinas o vicencianas, y posponen a sus
nombres las siglas F.d.C.
Origen
La sociedad fue fundada por
Vicente de Paúl, sacerdote francés, y Luisa de Marillac, viuda. El origen de la
misma, surge de la necesidad de organización de la ayuda a los pobres de la
parroquia en la que trabajaba Vicente. Para ello, creó la fraternidad de la
Caridad en 1617, la integraban grupos de hombres y mujeres, por separado, que
se dedicaban a la evangelización de los campesinos, que se extendió rápidamente
desde las áreas rurales hasta llegar a París. Con algunos sacerdotes que
colaboraban en la fraternidad, Vicente fundó en 1625 la Congregación de la Misión.
En la capital de Francia, las
damas de la nobleza procuraban cuidados a los pobres a través de sus
sirvientas, lo que hacía que las labores de caridad se realizaran con
indiferencia y desgana. Vicente de Paúl envió un grupo de mujeres de la
fraternidad a París, donde recibieron el nombre de damas de la Caridad, para
que se dedicaran al cuidado de los pobres. De estas mujeres salieron las
primeras integrantes de la futura sociedad de las Hijas de la Caridad.
Fundación
Cuando Luisa de Marillac queda
viuda, fue encaminada por Vicente a realizar obras de caridad en favor de los
pobres. En 1629, Marillac emprende viajes para fundar y organizar cofradías de
caridad por diversas ciudades francesas. Solo hasta el 29 de noviembre de 1633,
junto con las mujeres procedentes de las damas parisinas, Vicente y Luisa
fundan las Hijas de la Caridad. Entre el primer grupo de mujeres, cabe destacar
Margarita Naseau, prototipo de la hija de caridad, luego de Marillac.
Las hijas de la caridad no
pretendían aprobación alguna ni del Estado ni de la Iglesia, según el
pensamiento de que hacer obra de caridad no necesita permisos. Además la regla
general para los institutos femeninos, luego del Concilio de Trento
(1545-1563), era que todas las mujeres dedicadas al servicio de Dios, debían
asumir la clausura o de lo contrario se tendrían que cerrar sus asociaciones.
La lucha de Luisa y de sus compañeras fue grande, en un tiempo en el que la
mujer o era esposa o monja de clausura.
Vicente de Paúl y Luisa de
Marillac, fundadores, junto a las primeras Hijas de la Caridad. Iglesia de San
Carlo al Corso, Milán.
Solo doce años después de la
fundación, Vicente de Paúl pidió la aprobación al arzobispo de París, la cual
recibió en 1646 con el nombre de Cofradía de las sirvientas de los pobres de la
Caridad. La aprobación fue renovada luego en 1655, cambiando el nombre por
Compañía de las Hijas de la Caridad, y fueron sometidas, en principio, al
fundador y luego al superior general de la Congregación de la Misión.
Debido al estilo de vida de las
hijas de la caridad, no existía un esquema en el derecho de la Iglesia donde
incluirlas, no podían ser religiosas porque no estaban sometidas a la clausura
y no hacían votos públicos. Finalmente, recibieron la aprobación pontificia en
1668, de parte del papa Clemente XI, siendo así la primera sociedad de vida
apostólica femenina de la Iglesia católica.
Expansión
Pintura de Henriette Browne
(1859)
Estando en vida los fundadores,
llegaron peticiones de todas partes, para que se fundaran nuevas comunidades de
hijas de la caridad. Estas es París, ya atendían varios centros de caridad. La
primera fundación fuera de esta ciudad, se dio en Saint-Germain en Laye (1638).
Incluso se vieron favorecidas por la casa real, cuyos miembros promovieron las
fundaciones de Fontainebleau, Chantilly y Sedán. A la muerte de Marillac y
Vicente de Paúl en 1660, había más de cuarenta casas de la Hijas de la Caridad
por toda Francia y los enfermos eran cuidados en 26 parroquias de París. La
primera de las fundaciones fuera de Francia surgió en 1652 en Varsovia, a
petición de la reina de Polonia. Poco antes de la Revolución Francesa, la
Compañía contaba con 430 casas en Francia y 20 en Polonia.
Supresión y restauración
En 1792, durante la Revolución,
las Hijas de la Caridad fueron suprimidas por el gobierno francés. Numerosas
religiosas murieron mártires, entre ellas cuatro de Arras y dos entre los
mártires de Angers, quienes fueron beatificadas, las primeras por Benedicto XV
(13 de junio de 1920) y las segundas por Juan Pablo II (1984).
La compañía fue restaurada por
Napoleón Bonaparte en 1800. Restauradas las casas de Francia y Polonia, se dio
un nuevo periodo de expansión, con las fundaciones fuera de las dos naciones
mencionadas. Las Hijas de la Caridad llegaron a España en 1790, a Suiza en 1810
y a Italia en 1833. A partir de estas fundaciones, en el siglo XIX se abren
horizontes hacia Alemania, Austria-Hungría, España, Portugal, Irlanda, Grecia y
Estados Unidos. Les fueron encomendadas misiones en Medio y Extremo Oriente y
en Madagascar. Llegan a China en 1847.
Hermanas de la Caridad de San José
Las Hermanas de la Caridad de San
José fue una Sociedad de vida apostólica fundada en Baltimore, Estados Unidos,
por Isabel Ana Bayley Seton (1 de junio de 1809). Más tarde la casa madre fue
trasladada a la villa de Emmitsburg (Maryland). Las religiosas adoptaron las
Constituciones de las Hijas de la Caridad en 1812. De hecho, el deseo de la
fundadora era unir la naciente congregación con la Compañía fundada por Vicente
de Paúl y Luisa de Marillac, pero no lo pudo ver realizados. A la muerte de
Bayley, las hermanas de la caridad se difundieron por diversas regiones de los
Estados Unidos, dando origen a una docena congregaciones independientes,
mientras que la original, aquella de Emmintsburg, se unió finalmente a las
Hijas de la Caridad en 1849, según el deseo de la fundadora. Isabel Bayle fue
canonizada el 14 de septiembre de 1974 por Pablo VI. Ese mismo año, se unieron
en una Federación las otras congregaciones que permanecieron independientes.
España
Las Hijas de la Caridad se
instalaron en España:) en 1790. Durante parte de los siglos XIX y XX se
hicieron cargo de cárceles de mujeres hasta que, en 1931, fueron expulsadas por
Victoria Kent y reemplazadas por un cuerpo de funcionarias especializadas.
Franquismo
Acabada la Guerra Civil Española,
Francisco Franco restauró el control de las cárceles por parte de órdenes
religiosas. En 1943 las Hijas de la Caridad se hicieron con la administración
de la Prisión provincial de mujeres de Barcelona que albergaba delincuentes
comunes y presas políticas.
Sor María Gómez Valbuena, miembro
de la orden, fue una de las acusadas en el caso de los niños robados por el
franquismo.
La acción social de la Compañía
de las Hijas de la Caridad está basada en la justicia social y centrada en la
acogida y el acompañamiento a personas en situación de riesgo de exclusión
social en el proceso de mejora y promoción personal hacia la autonomía y la
realización de su proyecto de vida.
Signos
Hábito
El hábito religioso de las Hijas
Caridad ha evolucionado del típico hábito negro y largo con la característica
toca almidonada alada (o cornette), hasta el actual: falda azul, blusa blanca o
azul y toca sencilla azul (de uso opcional) o velo.
Actividades y presencia
Además del servicio a los pobres
y a los enfermos, las hijas de la Caridad se dedican al cuidado de los
huérfanos, a la asistencia de los enfermos en los hospitales, al cuidado de los
ancianos en casas de reposo, a la asistencia de enfermos mentales, escuelas y
refugios para mujeres y niños en dificultades.
En 2011, la sociedad contaba con
unas 16.179 hijas de la caridad y unas 1931 casas presentes en 94 países. La
casa matriz de la congregación se encuentra en París, Francia donde yace Luisa
de Marillac en la capilla de la misma. La actual superiora general, desde 2015,
es la religiosa estadounidense Kathleen Appler.
En el año 1998, la congregación
recibió la Cruz de San Jordi otorgada por la Generalidad de Cataluña, y en el
2005 fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia por
"su excepcional tarea social y humanitaria en apoyo de los desfavorecidos,
desarrollada de manera ejemplar durante casi cuatro siglos, y por su promoción,
en todo el mundo de los valores de la justicia, la paz y la solidaridad".
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