Fundadora de las Hermanas de la Caridad de San Vincent de Paul
Nació en París, el 12 de agosto de 1591. Fue hija de Louis de
Marillac, Lord de Ferrires, y Marguerite Le Camus. Su madre murió al nacimiento de Louise, estando su educación a
cargo de su padre, un hombre que no tuvo culpa en su vida.
En sus primeros años, fue confiada al cuidado de
su tía, una religiosa de Poissy. Luego, ella estudió con una preceptora,
consagrando mucho tiempo al cultivo de las artes. La seria disposición de su
padre se reflejó en el gusto de la hija por la filosofía y asuntos
relacionados. Cuando tenía cerca de dieciséis años, Louise desarrolló un fuerte
de entrar en la orden de las capuchinas (Hija de la Pasión).
Su director espiritual la disuadió, sin embargo,
habiendo muerto su padre, fue necesario decidir su vocación. Interpretando el
consejo de su director, ella aceptó la mano de Antoine Le Gras, joven
secretario de María de Medici. Un hijo nació de este matrimonio el 13 octubre
de 1613, y durante su niñez, Louise se consagró a su educación. Nunca se cansó
de los trabajos de caridad. En 1619 ella conoció a San Francisco de Sales que
por ese entonces se encontraba en París.
Le Campus, Obispo de Belley, se hizo su consejero
espiritual. Preocupado por el pensamiento que ella había tenido y que luego
había rechazado en cuanto a entrar a una vida religiosa; ella juró en 1623, que
no volvería a casarse en dado caso su marido muriese antes que ella. El señor
Le Gras murió el 21 de diciembre de 1625, después de una prolongada enfermedad.
Entretanto, su esposa había conocido a un sacerdote llamado M. Vicent (San
Vicente de Paúl), quien había sido nombrado por San Francisco de Sales, como
superior del Monasterio de la Visitación. Ella se puso bajo su dirección,
probablemente a principios de 1625. Su influencia la llevó asociarse con el
trabajo entre el pobres de París, y sobre todo en la extensión de la Confrérie
de la Charité, una asociación que él había fundado para el alivio de los
enfermos pobres.
A los 34 años falleció su esposo, y decidió
entonces consagrar su vida al servicio de Dios. Esta santa mujer tuvo la dicha
inmensa de tener como directores espirituales a dos santos muy famosos y
extraordinariamente guías de almas: San Francisco de Sales y San Vicente de
Paúl. Con San Francisco de Sales tuvo frecuentes conversaciones espirituales en
París en 1618 (tres años antes de la muerte del santo) y con San Vicente de
Paúl trabajó por treinta años, siendo su más fiel y perfecta discípula y
servidora. San Vicente de Paúl había fundado grupos de mujeres que se dedicaban
a ayudar a los pobres, atender a los enfermos e instruir a los ignorantes.
Estos grupos de caridad existían en los numerosos sitios en donde San Vicente
había predicado misiones, pero sucedía que cuando el santo se alejaba los
grupos disminuían su fervor y su entusiasmo haciéndose necesario la presencia
de alguien que los coordinase y animase permanentemente.
Dicha persona providencial fue Santa Luisa de
Marillac, quien personalmente se ofreció para coordinar y dirigir a los grupos
de caridad. La santa recorrió el país visitando las asociaciones de caridad,
llevándoles gran cantidad de ropas y medicinas para entregar a los más
necesitados.
En 1633, el 25 de marzo, las primeras cuatro
jóvenes hacen votos de pobreza, castidad y obediencia, bajo la dirección de
Santa Luisa, naciendo así la más grande comunidad femenina que existe, las
Hermanas Vicentinas, Hijas de la Caridad. La santa además escribió muchos
textos y libros en los cuales recopiló las enseñanzas de San Vicente de Paul y
reflexiones personales, constituyendo una extraordinaria riqueza para la vida
espiritual de sus religiosas y de todas las personas en general.
Falleció el 15 de Marzo de 1660, después de sufrir
una dolorosa enfermedad y dejando fundada y muy extendida la más grande
comunidad de religiosas. Las 33,000 religiosas vicentinas o hijas de la Caridad
tienen más de 3,300 casas en el mundo. En la casa donde está sepultada su fundadora,
en París, sucedieron las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa a la
vicentina Santa Catalina Labouré. Las religiosas fundadas por Santa Luisa se
dedican exclusivamente a obras de caridad. El Papa Pío XI declaró santa a Luisa
de Merillac en 1934, y el Sumo Pontífice Juan XXIII la declaró Patrona de los
Asistentes Sociales.
Oración a Santa Luisa de Marillac
¡Oh gloriosa Santa Luisa de Marillac!
esposa fiel, madre modelo,
formadora de catequistas, maestras y enfermeras.
Ven en nuestra ayuda y alcanza del Señor:
socorro a los Pobres,
alivio a los enfermos,
protección a los desamparados,
caridad a los ricos, conversión a los pecadores,
vitalidad a nuestra Iglesia
y paz a nuestro pueblo.
Cuida nuestro hogar
y cuanto hay en él.
Que sea un camino recto
que nos conduzca a nuestra casa del cielo,
y que tu bendición descienda todos los días
sobre cada uno de los que en el vivimos.
Bendito seas, buen Dios,
porque sembraste el amor en Santa Luisa
para ejemplo nuestro
e imitación de Jesús,
Camino, Verdad y Vida.
Amén