Aranzazu es un municipio del departamento de Caldas, ubicado
en la región centro occidente de Colombia, con una población de 12.181
habitantes, aproximadamente. El municipio está ubicado al norte del
departamento, a 52 kilómetros de la capital del departamento, Manizales. Pueblo
de costumbres conservadoras, apacible con respecto a la violencia que se vive
en varias regiones del país, cada dos años realiza las Fiesta de la Cabuya,
celebradas en honor del cultivo del fique, del que se extrae la cabuya. Es un
municipio comercial, de, debido a su ubicación geográfica; sus habitantes
poseen buena habilidad para el comercio. Es considerado un remanso de paz
Un poco de historia
Los datos históricos que hasta el momento se han podido
rescatar sobre el proceso de fundación de Aranzazu son, desafortunadamente,
escasos. Sin embargo, en un informe rendido al concejo de la población el 22 de
noviembre de 1871 por los señores Zacarías Alzate y Nicolás Arcila, éstos
dicen: “Se creó el Distrito de El Sargento, quitando para ello a Neira y
Salamina una pequeña parte del territorio”. Más adelante señalan: “La
Legislatura del Estado, por medio de la ley 199, divide en dos retazos de
territorio el que ha formado de Aranzazu”. Aquí se refieren a la fundación del
municipio de Filadelfia en terrenos que pertenecían a Aranzazu. A este tema nos
referiremos más adelante. El decreto en mención lleva las firmas de los señores
Valerio A Jiménez y Juan Manuel Sarrázola, Presidente y Secretario de la
Legislatura de Rionegro, respectivamente.
Todo indica que desde el año 1852 los pobladores del caserío
buscaban que fuera elevado a la categoría de distrito parroquial. Así, al
menos, se desprende de un documento de 1864 elaborado por el concejo de
entonces donde ese ente legislativo nombra al Juez Parroquial para que llame a
testigos que puedan aportar información para establecer con claridad “quién o
quiénes habían regalado los terrenos de la población, qué autoridad había
intervenido en la fundación, cuántas calles y de qué anchura se habían
determinado”. A responder este interrogatorio fueron llamados los señores
Gabriel Peláez, Mateo Aristizábal, Ramón Gómez y Jesús Duque. Ellos contestaron
al Juez Parroquial que “quién había vendido los solares y había regalado el
terreno para el templo, la plaza y las calles había sido el señor Jesús Duque,
que en la fundación no intervinieron más que la voluntad de los vecinos, que
las calles fueron determinadas de ocho varas, menos detrás del templo, que
sería de la anchura que se pudiera”. Más adelante agregan: “Por allá en el año
1852, algunas familias del antiguo Cantón de Marinilla, estrechas en su tierra
natal y no bien favorecidas por la fortuna, resolvieron situarse en lo que hoy
lleva el nombre de Aranzazu”. Este testimonio, sin embargo, no está del todo
claro. Porque, como lo señalamos arriba, ya para el año 1843 había varias
familias habitando estos terrenos.
Sobre el proceso de fundación se conoce que el señor José
Antonio Botero le ofreció la suma de mil pesos al Doctor Santiago Gómez,
residente en Marinilla, para que se desplazara hasta el municipio con el fin de
conseguir la documentación necesaria para alcanzar tal propósito. Una vez
presentados los documentos concernientes la legislatura de Córdoba expidió la
ley por medio de la cual se erigía un distrito parroquial en la municipalidad
de Salamina. El documento, que no tiene número de radicación ni considerandos,
dice lo siguiente: ”Artículo 1.-Se crea un distrito parroquial denominado El
Sargento en el punto que lleva este nombre, en la municipalidad de Salamina,
cuyos límites serán los siguientes: Desde la confluencia del río Chambery con
la quebrada de Sabanalarga; ésta arriba a su origen y de aquí a la cima de la
cordillera; por ésta en derechura al Cardal; por ésta abajo hasta la derechura
del nacimiento de la quebrada Felicia; aguas abajo hasta la confluencia de la
quebrada de Muelas; por ésta hasta la de Tareas hasta su confluencia con el río
Tapias; ésta abajo hasta la desembocadura en el río Cauca; ésta abajo hasta
donde entra la quebrada Luisa; siguiendo ésta hasta su origen y de aquí hasta
la cordillera de El Perro; por ésta en derechura de la quebrada Amoladora; ésta
abajo hasta su confluencia en el Chambery; por ésta arriba hasta el punto que
se ha citado como primer lindero”.
En el artículo tercero de esta ley se establece que el
Gobernador de la provincia queda encargado para allanar los inconvenientes en
la elección de los empleados. Aparece firmada en Rionegro el 9 de noviembre de
1853. Como puede verse, el decreto es demasiado sucinto. Aquí no se especifica
quienes serán sus autoridades. El texto simplemente se limita a establecer unos
linderos, nada más. El decreto tiene vigencia jurídica a partir del 1 de enero
de 1854. Es en esta fecha, entonces, cuando se inicia la vida administrativa
del municipio. Ese día toman posesión de sus cargos las primeras autoridades,
nombradas por el Gobernador de la provincia de una lista puesta a su
consideración por los fundadores.
Fundadores
El Sargento fue el primer nombre que llevó el municipio.
Todo indica que se le dio en homenaje al Sargento Buenaventura Escobar, en ese
entonces oficial del General José María Córdova en la batalla de El Santuario,
quien en calidad de fugitivo militar llegó a este poblado antes de sus
fundadores. Aquí encontró refugio. Cuando varios de los pobladores llegaron al
pequeño caserío que era entonces Aranzazu se encontraron con el militar que
trataba de establecerse en la región. Los fundadores arribaron meses después
que el sargento Buenaventura Escobar, provenientes de Marinilla, Sonsón,
Rionegro y Santuario, en busca de nuevas tierras para colonizar. El Sacerdote
José Felipe López Montes, citado en varias oportunidades, en su libro “Historia
de Aranzazu”, cuya primera edición circuló en 1934, presenta una larga lista de
personas como fundadores del poblado. Entre ellos destaca a los señores José
María Ocampo, Ciriaco García, Celio Pérez, Juan Antonio Montes, Jesús María
Duque, Miguel Peláez, Torcuato Marín, Juan Nepomuceno Ramírez, Alejandro
Granada, Ramón Ospina, José María Gómez, Ignacio Naranjo, León Orozco, Joaquín
Vélez, Eustaquio Duque, Manuel Salazar, José Vásquez, Juan José Ortiz,
Ildefonso González, Ramón Gómez, Vicente Montoya, Valentín Sánchez, Antonio
Gómez, Estanislao Salazar, Nepomuceno Serna y José Domingo Flórez.
En los nombres anteriores coinciden algunas personas que se
han interesado en escudriñar la historia de Aranzazu, como el médico
Oftalmólogo Marino Alzate Ospina, el abogado Antonio José López García y el
educador Roberto Agudelo Flórez, todos fallecidos. También José Luis Ramírez
Arcila quien, como atrás se dijo, dejó inédito un trabajo sobre la historia de
Aranzazu hasta 1949. Son los mismos que aparecen en una placa colocada a la
entrada de la alcaldía, en el descanso de las escalas. Aunque algunos
historiadores señalan que su fundación se efectuó en terrenos propiedad de la
sociedad González Salazar y Cía, hay quienes afirman que en esa época esos
terrenos pertenecían al señor Jesús María Duque. Este los había comprado, según
escritura pública, a la sociedad antes mencionada. Esta, a su vez, se hizo a su
propiedad después de la muerte de los herederos de José María Aranzazu, en una
maniobra no muy transparente, como quedó dicho en el capítulo dedicado a la
Concesión Aranzazu. Es de anotar, igualmente, que cuando los fundadores
llegaron ya se habían asentado en estos terrenos, desde 1840, varios colonos,
entre ellos el señor Fermín López, quien fuera uno de los fundadores de Salamina,
en 1825, y quien después emigra hacia Santa Rosa de Cabal. De otra parte, es
necesario señalar que la fundación de Aranzazu se produjo en terrenos que
pertenecían a los municipios de Salamina y Neira. De la misma forma, la
fundación del municipio de Filadelfia se hizo en terrenos que pertenecían a
Aranzazu y a Neira. En el contexto histórico se debe reseñar que para el año de
su fundación el país llevaba el nombre de República de la Nueva Granada. Y La
presidencia era ocupada por José María Obando, quien reemplazó a José Hilario
López. Este, a su vez, fue derrocado por José María Melo.
El nuevo nombre
El primer nombre que se le colocó al pequeño poblado fue El
Sargento. Este nombre lo llevó solamente hasta el 22 de agosto de 1855. Porque
a partir de ese día, mediante decreto firmado en la ciudad de Medellín por los
señores José María Martínez como presidente de la legislatura de Antioquia y
Manuel Antonio Hernández como su secretario, respectivamente, continuó llevando
el nombre de Aranzazu. Posiblemente consideraron que El Sargento no era un
nombre bonito, sonoro, agradable al oído. Y decidieron cambiarlo. Además el
gentilicio quedaba sonando hueco, sin contenido, con ausencia de poesía. Porque
no suena igual decir sargentanos que aranzacitas. No se ha podido establecer, sin
embargo, quién sugirió a la mencionada legislatura el cambio de nombre. Y en
relación con los motivos que tuvo para llamarlo Aranzazu se tejen varias
hipótesis, ninguna sin confirmar plenamente. La primera señala que fue un
homenaje a Juan de Dios Aranzazu por su prestancia política, en reconocimiento
a que su padre fue el primer propietario de los terrenos donde fue fundado el
municipio, como quedó establecido en el capítulo dedicado a la Concesión. Es de
anotar aquí, igualmente, que en el momento de la fundación ya Juan de Dios
Aranzazu llevaba ocho años de haber fallecido. La segunda establece que, como
los primeros pobladores de la provincia de Antioquia fueron personas de origen
español, que llegaron después de la conquista, los legisladores vieron la
oportunidad de rendir homenaje a España colocándole al municipio no solamente
el apellido de uno de sus hijos sino, al mismo tiempo, el nombre de uno de sus
sitios de mayor tradición religiosa.
Según el libro de Pedro de Anasagasti, editado en España en
1975, y que lleva por nombre “Aránzazu”, este lugar español “goza de una
topografía privilegiada, sugestiva por su variedad, bella por su armónico
contraste. No posee la monótona uniformidad de mullidos valles, ni la ordenada
sucesión de ciclópeos peñones. Sino que espeluznantes barrancos y siniestras
oquedades, jugosos valles y rientes praderas, empinadas montañas y cimas
vertiginosas, riscos ascéticos y selváticas colinas, cascadas glaciales y
poéticos regatos le regalan un curioso y fascinador mosaico”. Esta descripción
de Pedro de Anasagasti sobre Aránzazu es, desde luego, muy bucólica. Pero nos
da la oportunidad de conocer un poco su paisaje, su clima, su ambiente.
Aránzazu es, en la provincia vasca, un lugar privilegiado. Allí se levanta,
imponente, la majestuosa basílica de Nuestra Señora de Aránzazu. Desde el año
1493, cuando se estableció allí la comunidad de los mercedarios, este hermoso
lugar se convirtió en sitio de peregrinación constante debido a los milagros
que se le atribuyen a la imagen. Más adelante, el 22 de abril de 1514, pasó a
manos de la comunidad Franciscana, que la ha regentado hasta la fecha. Está
formado por una serie de construcciones, en lo alto de la montaña, de singular
belleza arquitectónica. Se llega allí por una carretera empinada que parte del
poblado de Oñate, “paseándose entre verdes praderas florecidas, con pinceladas
de flor de nabo y ocres de barbechos resecos”.
Según el texto del fraile franciscano, es un lugar donde se
respira espiritualidad, con un aire de recogimiento, que invita a la
contemplación. Es necesario señalar aquí lo siguiente sobre el nombre de
Aranzazu: según lo relata el cronista Esteban de Garibay, en su libro “Historia
de los reinos de España”, éste se pronunció por primera vez en la sierra que
separa las provincias de Alava y Guipúzcoa, en el territorio vasco de la
República española, exactamente en el sitio que hoy ocupa el santuario. Como
dato histórico podemos señalar que fue pronunciado porque un pastor joven de
nombre Rodrigo de Balzategui vio, mientras bajaba por las montañas de Aloña,
cuando la Virgen se apareció en un tronco espinoso. Según el mismo cronista
arriba citado, “era una imagen de la Virgen María, de pequeña proporción, con
la figura de su hijo en los brazos, y una campana, a manera de grande cencerro
al lado”. Conmovido por la visión de la virgen, el pastor dijo: "¿Arantzan
zu?", expresión que en lenguaje vasco significa "¿Tú en el
espino?". En el lugar donde se le apareció la imagen al pastor se erigió
años después una hermosa basílica para venerar a la que desde entonces se
llamaría Virgen de Nuestra Señora de Aránzazu, designada como patrona de la
provincia de Guipúzcoa. Posteriormente, al sector se le dio el nombre de
Aránzazu. Es de anotar que una réplica de la mencionada imagen fue traída hasta
el municipio en agosto de 1991 por el sacerdote Jaime Galvis Giraldo. Hay que
aclarar aquí, en todo caso, que no existe en España un pueblo que lleve el
nombre de Aránzazu. Y, además, que la imagen original es de tamaño pequeño.
En conclusión, la teoría que hasta el momento se ha sostenido sobre el origen del nombre de Aranzazu, que indica que éste se le colocó en homenaje a Juan de Dios Aranzazu por haber ocupado, en forma transitoria, la Presidencia de la República, es válida históricamente. Sin embargo, se debe aclarar que también se tuvo en cuenta el hecho de que en España existiera un sitio de peregrinación con el mismo nombre aunque con diferente pronunciación. Tomando este nombre para el municipio caldense la legislatura hacía dos reconocimientos a la vez. Por una parte, quedaba bien con España. Y, por la otra, perpetuaba el apellido de un hombre que, en su época, fue importante. En efecto, Juan de Dios Aranzazu, nacido en la población de La Ceja el 8 de marzo de 1798, se desempeñó como Presidente de la República entre el 5 de junio y el 20 de octubre de 1841, es decir, cuatro meses y quince días. Esto en razón de que en ese tiempo se desempeñaba como presidente del Consejo de Estado y le correspondía, constitucionalmente, reemplazar al primer mandatario en sus ausencias temporales o definitivas.
En ese entonces el país llevaba el nombre de República de la
Nueva Granada. Desempeñaba la Presidencia Pedro Alcántara Herrán quien, valga
la anotación histórica, reemplazó en el cargo a José Ignacio de Márquez. Según
el historiador Gabriel Henao Mejía, autor del libro biográfico “Juan de Dios
Aranzazu”, publicado por el Ministerio de Educación en 1953, el hijo de José
María Aranzazu tuvo amplia figuración en la vida política del país en la época
comprendida entre los años 1820 – 1845, año de su muerte. Creemos, por lo
tanto, que Juan de Dios Aranzazu merece una mención más amplia. A su
trayectoria política dedicamos, en consecuencia, el siguiente segmento. Porque
es interesante que las nuevas generaciones tengan conocimiento de su trasunto
vital.