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¿Cómo la tecnología transformará el capitalismo?


“Hemos evolucionado desde una economía basada en recursos naturales, luego en el comercio de mercancías exóticas pasando por una era industrial hasta descubrir la importancia fundamental del talento humano.”

Para los pensadores de principios del siglo XX, la riqueza de un país estaba asociada a la cantidad de mercancías que producía. Aquellos países capaces de manufacturar y comercializar mayores bienes, podían acumular mayor riqueza y por tanto tener una economía más sólida. De esa manera, se acuñó la palabra “capitalismo” para designar la doctrina económica del siglo XIX basada en la importancia de las mercancías. Sin embargo, el siglo XX trajo una revolución tecnológica que ningún pensador de finales del siglo XIX pudo haber vaticinado. La tecnología ha modificado la forma de producción y de comercio de productos hasta trivializar procesos económicos. Así, hablar de economía hoy en día, es hablar de algo totalmente diferente a lo que se imaginaron nuestros abuelos.
En tiempos pasados, la economía giraba en torno a producir y poseer mercancías. En la Europa del siglo XV por ejemplo, las especias de Asia eran unos bienes muy caros pues, sin haberse inventado el refrigerador, la descomposición de los alimentos era algo común. De manera que  reyes y plebeyos comían por igual comida descompuesta. Así, el uso de especias se convirtió en algo muy importante para disimular el sabor a pútrido de las comidas. Su importancia fue tal que se costeó una empresa gigante como el viaje de Colón.
Sin embargo, el precio de las mercancías se ha desplomado durante los últimos 150 años debido a la implantación de la tecnología. Los productos de primera necesidad fueron los primeros en caer. Gracias a la invención de la refrigeración y las mejoras en cosecha y transporte de alimentos, el desayuno normal de una persona actualmente es, de lejos, mejor y mucho más barato que el desayuno, por ejemplo, de Simón Bolívar. Es así que países con una gran cantidad de materias primas y riqueza agrícola, como Colombia permanecieron en el subdesarrollo frente a países que producen bienes de consumo manufacturados pues estos últimos de mantuvieron costosos por mucho tiempo.
Sin embargo, las mercancías manufacturadas recientemente también han empezado a desplomarse. Gracias a la producción en masa, podemos conseguir, por precios irrisorios, artículos que necesitan procesos complejos de producción. La electricidad, que comenzó como un privilegio muy costoso y para pocas personas, hoy resulta muy barata y accesible a millones. En el futuro, por ejemplo, con una infraestructura cada vez mayor de internet, conectarse a la nube e datos será tan importante como la electricidad y asimismo muy barato.
De esa manera, la tecnología ha re-definido la economía y ahora resultan valiosas aquellas cosas que no pueden producirse en masa. Así, nuestra forma de ver la economía ha cambiado de un capitalismo basado en mercancías a un capitalismo basado en ideas. Como ha sido definido por el economista estadounidense Lester Thurow. Para él, en algún momento la posición geográfica y los recursos naturales de un país, eran vistos como una gran ventaja en términos económicos. Pero en nuestros días, los adelantos en infraestructura han permitido obtener, de una manera relativamente fácil, cualquier bien desde cualquier parte del mundo. La tecnología también ha permitido la caída en los precios de las materias primas al hacerlas fácil de extraer. Así, debemos darnos cuenta que, en últimas, no son los recursos ni las grandes fábricas la fuente de riqueza a largo plazo. El verdadero capital de un país es el talento humano.
Hemos evolucionado desde una economía basada en recursos naturales, en mercancías exóticas hasta una industrial. El motor de la economía es el talento humano.
El talento humano no puede conseguirse en una mina o producirse en masa. Para obtener una sociedad calificada y productiva son necesarios años y mucho esfuerzo en educación. Hoy por hoy, las economías más ricas basan gran parte de su economía en “mercancías” intelectuales como los servicios, las artes, los deportes y el desarrollo de nuevas tecnologías. Hace cien años era impensable que un futbolista o un artista pudieran llegar a ser millonarios pero hoy, correspondiendo a riquezas humanas que no pueden ser fabricadas en masa, conforman un sector cada vez más grande e importante de la economía.  Así vemos como, a medida que la tecnología se ha implantado en nuestras vidas, la riqueza ha pasado de los productores agrícolas, pasando por los comerciantes, industriales hasta estrellas del espectáculo.
Toda esta revolución ha venido cimentada en quizá el talento más importante, en términos económicos, para una sociedad: el conocimiento científico-tecnológico pues, como hemos visto, en los progresos de ciencia y tecnología es donde descansan el resto de ramas de la economía que se han desarrollado pues han hecho más baratas las mercancías e interconectado el mercado. Es por eso que una reforma educacional que haga énfasis en la enseñanza de ciencias y matemáticas es justa y necesaria en países como Colombia que, tristemente se ha enfocado en la extracción de recursos naturales, en la producción de mercancías así como en el deporte y el espectáculo, dejando en el olvido la riqueza más importante: el talento científico-tecnológico.

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